Javier y Guiomar, abuelo y nieta, estaban absortos en su visita a la Cripta de la catedral de Palencia. Mientras contemplaban sus primitivos arcos visigodos, se quedaron encerrados en el monumento, pues no se dieron cuenta de que ya habían cerrado al público. Y es que la Cripta es así, te sumerges en lo más primitivo de la catedral palentina, y el tiempo se paraliza… Subieron por la escalera de acceso y descubrieron con horror que la verja estaba cerrada. Alarmados, volvieron a bajar las escaleras para buscar una llave o algo que les indicara cómo salir del entuerto porque, como problema añadido, allí abajo no había cobertura.
Si ya has leído el texto de INTRODUCCIÓN, estás preparado para comenzar esta emocionante aventura a través de la Catedral de Palencia.
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